La relación entre la pornografía y las disfunciones sexuales masculinas

Publicado originalmente en Puedes decir no el 05/08/2019

Por César Galicia* y Eréndira Derbez

En nuestra cultura a los varones se les educa para tener que demostrar todo el tiempo, que son “los más” hombres: los más fuertes, dominantes, rudos, los más machos (lo que sea que eso quiera decir) y eso se traslada al espacio de lo privado, de las relaciones afectivas y sexuales.

Un ejemplo de esto es la pornografía, que para muchos es su primera o única educación sexual. Esta refuerza la fantasía de que si un varón tiene un tipo de cuerpo, una forma y un tamaño de pene y ciertas habilidades sexuales, tendrá a las mujeres “perfectas” a su disposición.

La industria pornográfica exige a las mujeres tener cuerpos voluptuosos, delgados, sin marcas en la piel, sin vellos, etc (o sea, rasgos de los cuerpos adultos) y a los varones, tener grandes erecciones y penes enormes. Deben ser dominantes y las mujeres deben actuar como si eso les provocase muchísimo placer.

El hombre que mira la pornografía no puede “acceder” a ese tipo de vida que aparece en una película pornográfica, pero a través de ella, puede experimentarla en su fantasía. Sin embargo, cuando él eyacula y la pantalla se apaga, la puesta en escena termina y existe con ello un conflicto: deseó algo que no tiene, que es imposible, un montaje.

"Ser hombre"
«Ser hombre». Ilustración de Eréndira Derbez.

Esto deviene en varios problemas. Por un lado, la relación sexo es igual a dominación, la objetificación del cuerpo de la mujer, el consumo de la prostitución proveniente de trata, la violencia hacia la pareja por no cumplir el estándar sexual o físico esperado, el desconocimiento de la anatomía femenina y la falta de empatía e interés por conocer los gustos de las mujeres con las que se relaciona sexualmente. Problema que además se incrementa al existir rechazo hacia la educación sexual.

Por otro, cuando los hombres se dan cuenta de que no pueden ser el macho alfa que el porno y la sociedad les ha enseñado que deben aparentar, puede surgir un miedo a no valer “lo suficiente”. En el sexo, es común que ese miedo aparezca (en sexología se conoce como “ansiedad por desempeño”) y produzca varios problemas, entre ellos, disfunciones sexuales como eyaculación precoz o disfunción eréctil. Como a los hombres se les enseña a no hablar de sus problemas y emociones por temor a ser vulnerables, es común que permanezcan mucho tiempo con las disfunciones, sin saber qué hacer con ellas y llenándose de más ansiedad, miedo e insatisfacción.

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Así los hombres no pueden ser felices ni disfrutar la vida en paz porque tienen la presión de siempre estar demostrando ser un hombre que cumple con las exigencias del mandato de masculinidad, así como aprenden a violentar a otras personas, sobre todo a mujeres, para confirmar, a través de la dominación, que son “hombres de verdad.”

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Existen muchas formas de combatir esto, pero una es aprender a hablarlo: aceptar que el modelo de hombre impuesto por la pornografía es imposible de alcanzar y eso no está mal. Cortar la relación que se tiene con la pornografía que produce placer instantáneo pero refuerza una relación violenta con uno mismo y con las mujeres alrededor. Aceptar la vulnerabilidad que supone aceptar el miedo a no ser suficiente y si es posible, acercarse a un proceso psicoterapéutico.

Aunque puede dar miedo, con el tiempo, solo así se podrá tener mejor relaciones de pareja y de amistad, una relación sana con las emociones, con las de otras personas, con la gente que amamos y así poder ser más felices.

*César Galicia es psicoterapeuta y sexólogo. Escribe en Animnalmx e incita a la conducta sexual impía en el canal de YouTube Sexplaining.

© D.R. César Galicia y Eréndira Derbez, 2019.