Las resistencias se bordan

Una víctima, un pañuelo, un bordado: por cada asesinato, desaparición forzada, feminicidio… por cada agravio son cientos de puntadas.

Publicado originalmente el 19 de noviembre, 2018 en Ibero 909

La iniciativa Bordados por la Paz es un acto de memoria que surgió cuando comenzó a acompañar al Movimiento por la paz con Justicia y Dignidad en 2011.

Este 22 de noviembre, las bordadoras del Colectivo Fuentes Rojas asistirán a la Ibero y darán un taller de bordado en el margen de las actividades de la serie de conferencias Por un Cambio de Mundo.

Quienes bordan son grupos usualmente conformados por mujeres. Concentradas, exhiben pañuelos que dialogan en silencio con quienes les miran. Son hilos que cuentan historias terriblemente dolorosas. Bordar es una actividad tradicionalmente relacionada con “lo delicado”, lo —supuestamente— “femenino”. En el caso de los bordados por la paz, que son en su mayoría hechos por mujeres, los pañuelos cobran un papel subversivo, de resistencia. En cada puntada, reverso y nudo entre sus manos se crean objetos de enorme carga política; son piezas de denuncia y de memoria.

Con sus aros, pañuelos e hilos toman las plazas, las universidades, los rincones de las casas; lo mismo en Puebla que en Nuevo León, en el Parque Rojo de Guadalajara o en la fuente de los coyotes en Coyoacán. Les recuerdan, a quienes miran sus bordados, que las víctimas no son un número, no son ningún daño colateral. Son personas con familias, con deseos, con afectos… con historias.